Ahora los ves… y ahora no
Mi colega y amiga X.W. (no son sus iniciales verdaderas) dejó de responder a mis emails hace unos meses. Tampoco respondió a mis mensajes de textos. Se puede decir que durante muchos años teníamos una excelente relación profesional y me urgía en esta ocasión consultarle sobre un proyecto, como habíamos hecho antes ambos, muchas veces. Después de unas semanas de espera, una impertinente sensación comenzó a cobrar fuerza dentro de mi: esto es “ghosting”.
No sería el primero ni el último en experimentarlo. “Ghosting” es como se le llama a la práctica digital, comúnmente vista en las plataformas de mensajería de las redes sociales o en los móviles, de poner “en hielo” a alguien, ignorarlo(a) como si fuera invisible. O sea, convertir al afectado en un verdadero fantasma (“ghost”, en inglés) cibernético sin que medie explicación alguna. En el mundo de las citas en línea, es un método particularmente expedito para cortar abruptamente una relación y moverse a la siguiente en la lista de posibles parejas.
Aunque “fantasmear” a alguien no es nada nuevo, en el contexto digital se ha vuelto una práctica particularmente insidiosa, al punto de que el sustantivo “ghost” se ha convertido en verbo como lo hizo “google”. La ansiedad provocada por esta conducta ha dado lugar a numerosas guías y consejos sobre como enfrentarla. Lo puedes “googlear.”
Los tres puntitos: ¿nivel crisis?
En mi opinión, para poner en perspectiva esta crisis hay que entender que está directamente relacionada con la sensación de proximidad que nos da tener a todos nuestros amigos y conocidos literalmente al alcance da la mano. La conveniencia trae su costo en angustia, y esta podría tener como símbolo universal el ícono de los puntos suspensivos que se mueven incesantemente cuando la otra persona está en el proceso de escribir una respuesta del otro lado de la pantalla.
En dependencia de la plataforma, sustituye puntos suspensivos por cualquier marca de verificación de mensaje recibido, la imagen del destinatario que aparece cuando ha leído el mensaje, o el sonido de burbujitas que anuncia un mensaje que nunca llega.
Si, a eso me refiero. A las señales que te indican que a tu colega no se lo tragó la tierra ni se lo llevaron los extraterrestres. Es mucho más irritante que simplemente perder de vista a alguien, porque tienes la prueba digital de que prefirió dejarte colgado.
Todos somos culpables
El fenómeno parece ir en aumento. Según apunta un articulo publicado por la revista Fortune, en una encuesta de The Huffington Post/YouGov realizada en 2014, un 18% de los “millennials” consultados dijeron haber sido víctimas del “ghosting” por parte de una persona con la que estaban saliendo. Sin embargo, en otra estudio hecho en octubre de 2018 con mismo segmento demográfico en el contexto de las citas en línea, los “fantasmeados” ascienden al 82% en el caso de las mujeres y el 71% entre los hombres.
Lejos de ser un mal focalizado en las relaciones románticas, en el ambiente profesional y de negocios también es rampante. Un informe publicado recientemente en la red de conexiones profesionales LinkedIn revela una tendencia que tiene preocupados a empleadores y gerentes de muchas compañías. Potenciales candidatos a puestos de trabajo dejan de responderles al email o los mensajes de textos luego de las primeras entrevistas, y un 50% de quienes obtienen empleos de nivel inicial ni siquiera se presentan el primer día de trabajo. Ni hablar entonces del colega que demora semanas en responderte un email.
Como se trata de una actitud tan prevalente, cabe preguntarnos si -por casualidad- no habremos sido culpables de hacerlo nosotros mismos, tal vez incluso accidentalmente. En ese caso, vale la pena un poco de introspección ya que tanto en el ambiente profesional como en el de las relaciones humanas, no se sabe las vueltas que da el mundo. No es bueno dejar malas impresiones en el camino.
X.W. finalmente respondió, meses mas tarde y hemos tenido comunicaciones esporádicas, pero el proyecto ya había avanzado y, en general, ya no es lo mismo.
No es como para terminar en la consulta del psicólogo, por supuesto. Simplemente terminas con una mejor idea de donde están las prioridades de cada uno. En el lado positivo, es mejor saberlo antes de comenzar el negocio o involucrarse más en la relación. Mientras tanto, mi consejo es que cierres ese chat para que no te sigan molestando los tres puntitos.